Un final inevitable



entada en su cuarto rodeada por un hermoso papel tapiz color violeta con la única ventana que había a medio cerrar , afuera se podía escuchar el ruido de los carros pasando una y otra vez por el charco que se había formado en la entrada producto de un día de lluvia. Adela se dirigió hacia una de sus enormes gavetas. Sin pensarlo dos veces, retiró de ella este raro objeto al cual le llamó "amigo". Mirándolo con recelo lo tomó en sus manos, lo observó sutilmente y procedió a colocarlo en la misma gaveta, teniendo mucho cuidado de no dañar tan preciado objeto. Se dirigió a la sala en busca de comodidad, dejando a un lado lo que estaba haciendo. De repente, escuchó la puerta rechinar con un sonido característico de cuando una puerta esta dañada. Adela corrió a la puerta pero... se detuvo y retrocedió; ya no quería volver a comenzar la rutina de todos los días. Entonces se dirigió a la cocina y comenzó a preparar una taza de café. Gustavo ya había llegado.

Al entrar la miró atónito. Nunca en los 4 años que llevaban casados había visto a su mujer sostener una taza de café y ahora la veía dando pequeños sorbos de una taza de café cargado. Gustavo todavía asombrado, se dirigió a su cuarto pretendiendo olvidar aquel extraño suceso. -Me voy a dar un baño. Espero que para el momento en que salga puedas dejar esa tontería que tienes en mente de ser una "mujer independiente" y te pongas a hacer lo que te corresponde... ¡Cocinarle a tu marido! Veinte mil mujeres que viven en esta ciudad y a mi mujer es a la única loca que se le ocurre dejar a su marido con hambre- Luego de pronunciar estas palabras, Gustavo se dirigió al baño llevando consigo una de las tantas toallas que Adela le había preparado hace un tiempo atrás. Aprovechando el momento, Adela se dirigió corriendo al pasillo, alcanzando a ver a su marido en la ducha. ¡Este era su momento! ¡Hoy era el día! Salió disparada hacia la habitación, rápidamente comenzó a husmear en las gavetas y en todas partes, no encontraba lo que buscaba... Sabía que debía estar allí. Llevaba preparando este día hace un año. Nada podía salirle mal. Mientras buscaba desesperadamente, se escuchó cerrar el grifo de la ducha. Gustavo había terminado de bañarse, no le quedaba mucho tiempo para seguir buscando debía encontrar lo que buscaba lo más pronto posible.

Rebuscó en todos los rincones sin resultado alguno. -¿El sabrá donde la habré escondido?- se decía para sí misma. No tenía tiempo y lo sabía. Recogió con una mano dos camisas del suelo y se apresuró a colocarlas en una bolsa de supermercado. Siguió buscando; para este momento su corazón ya palpitaba a millones por segundo. En un instante se escuchó una puerta abrir sonido caracterizado por el rechinar de la madera contra el suelo. No le había dado tiempo. Sabía que tenía que salir de allí pero, no podía... la puerta del baño quedaba justamente al lado de la habitación. El la vería salir y ocurriría lo de siempre. Pero, que debía hacer. De repente escuchó volver a caer agua del grifo.

Un suspiro. Todavía podía demorarse un poco más. Salió a buscar a la sala y revolcó todas las gavetas. No estaba. Entonces una idea fantástica le vino a la mente. Buscaría otro en la cocina, donde ella siempre los guardaba... Sabía que debería de comenzar de nuevo por que si no las cosas no le saldrían como ella quería. Aprovechando el momento se dirigió a la puerta de salida. A paso lento con una respiración marcada por un sonido tajante. Estaba inquieta desesperada, nunca lo había hecho, ni siquiera había pensado en la posibilidad de hacerlo. Pero, hoy lo haría. Estaba decidida en hacerlo. No había quien detuviera sus ansias. Afuera... como si la propia naturaleza supiera lo que ella estaba sintiendo en este momento, comenzó a llover. Torrenciales de lluvia afuera, se podía escuchar la lluvia golpeando el jarro de metal que había dejado frente a la puerta. En su ventana de cristal, unas gotas corrían como un río acaudalado. Abrió entonces la puerta pero tuvo que cerrarla de un golpe. La lluvia era demasiada y ya le había mojado su negra melena ondulada. Vio reducir la intensidad de luz en el cuarto producto de un apagón... y las luces se apagaron.

-Adela, te dije que no usaras ese raro objeto para el pelo. ¡Mira lo que hiciste! Me acabas de dañar la luz. Corre acá que estoy solo en el baño. Tráeme una toalla y por favor déjate de tonterías que esa que me traje tenía una mancha. ¡Adela!-

No se escuchó respuesta. Adela estaba muy ocupada como para ir al baño. Pero, lo podía intentar. Sin pronunciar palabra alguna, se dirigió aguantándose de las paredes hacia la cocina. Rebuscó por un momento...y luego como si alguien le hubiera puesto una idea en su mente le dio con buscar en una gaveta cercana a la nevera. Lo había encontrado. Ahí estaba. Podía seguir con el plan de hace un año.

-¡Adela! Avanza y llega que esta agua esta fría y aquí no hay ni un chispo de luz. Parece que estos vecinos se pusieron a jugar de nuevo con la aspiradora.-

Unas risas. Este fue la única respuesta. Para ese momento ya eran como las seis de la tarde, todo se había acabado de oscurecer. Adela tomó una de las velas de la sala y la encendió. Se la llevó consigo hasta la habitación en donde abrió aquella gaveta en la que había guardado a su "amigo". -Amigo, hoy tú y yo lo vamos a hacer, vamos a terminar esto de una vez y por todas. No puedes fallarme.-Dijo Adela sosteniendo el brillante objeto en su mano.

Con la vela y el objeto en mano se dirigió hasta la puerta del baño. La abrió lentamente, percatándose de no molestar a Gustavo. Una enorme cortina dividía a ambos seres. A través de esta Gustavo solo podía observar vanamente la silueta de su mujer. Tenía un objeto en la mano. Alcanzó a ver el resplandor del objeto. Un miedo invadió su cuerpo. Lo único en que pensaba era en si su mujer se había vuelto loca. El lo que le había pedido era una toalla, no ningún otro extraño objeto.

Tomó la cortina con una mano...y tiró de ella. En ese mismo instante las luces volvieron a encenderse. Un grito desgarrador se pudo escuchar proveniente de la garganta de Gustavo. Adela parada frente a la cortina se dirigió a Gustavo con estas palabras: -Amor... ¿Que creías? que no me iba a atrever....Hace un año me decías que no lo haría y hoy por fin lo haré, pero tengo un problema... ¿Que puedo poner en la parte final del resumé?-

4 Responses
  1. Unknown Says:

    Buena historia, mucha tensión.


  2. Moctezuma Says:

    jijiji Te amo mamita!! q bueno que te haya gustado.


  3. historia interessante!gracias!...e para ti...

    "Negema wangu binti"...e besos mil!